"La literatura es una extraña máquina que traga, que absorbe todos los placeres, todos los acontecimientos de la vida y los escritores... los escritores son vampiros"
Bernard Henry Lévi

28 enero 2012

.

El soñador yacía
Lloraba
Reía
Vivía
Moría
Pensaba y soñaba
Mil mundos tejía
Y sabía
Que nadie
Su talento apreciaba
Y que no lo apreciarían
Pero seguía y seguía
Luchaba y luchaba
Y no se rendía
Mil mundos tejía
Era tildado
De inútil
De loco
De estúpido
Nadie creía necesaria
Su presencia
en el mundo
Más su esfuerzo
descomunal
Su sudor
su talento
Sus sueños
él mismo reconocía
y sabía
que hacer
lo que el hacía
pocos podían
e intranquilo
se sentía
pues no podía
evitar preguntarse
¿de que servía?
Si nadie apreciarle quería
Pero sonreía
Al comprender
Que sus sueños
Llenaban
Su alma, antaño vacía
Y sentía
Un gran desdén
Hacia el mundo que, obzecado
A ignorar tal prodigio se atrevía
Y moría
Pues el hambre
Y la sed
Y el dolor
Y la enfermedad
Y todas estas penalidades
Su cuerpo carcomían
Pero no le importaba
¡Sonreía!
Pues sabía
Que no era justo
Que muriese así
Pero también comprendía
Con gran alegría
Que era un soñador
Que esto eligió
Y que de todas las muertes
Esta prefería
Y ríe
Un segundo antes
De su inminente muerte
Ríe
Al recordar
Tantos sueños soñados
Tan graciosa algarabía
Que de su mente emergía
El soñador reía y moría
Pues para soñar nació
Soñando vivió
Y soñando moriría

3 comentarios:

Soledad dijo...

Creo que eso es precisamente lo que ahora escasea. No hay soñadores! Nos pasamos la vida esperando el mañana para que se resuelvan los problemas y el mañana pasa y los problemas perduran. Me ha gustado mucho el ritmo que le das. Un saludo

Deletrea dijo...

Me quedo, como dice Mª Soledad, con el tono del poema; es optimismo en vena ;-)

Mickey y minnie. Aprendices de magia dijo...

Me encanta, dentro de este poema donde te dejas llevar por las emociones, ese juego que es la vida, esa agonía constante, ese conflicto que es capaz de crear, de convertir el dolor en poesía 'acto de creación'. Luego, entras en esas abstracciones que ya consumieran a personajes ilustres como nuestro Segismundo de La vida es sueño y el foráneo Hamlet. Quizás lo que quede, como bien dijera Calderón, "Es verdad, pues:(...)
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar."