PROEMIO

Comenzó tal historia con el rapto de los lares, cuales sabinas romanas, de sus hogares fueron apartados.
Alejandro, el de pelo cano, auxiliado por Alexandrós, el de bastas palabras, a los dioses de los ponyos despojó. Tal pecado el de cumbres nevadas se dignó a cometer, que los dioses otorgáronle con el asesinato de su óptimo amigo, el Gran Hombre Rojo, de extensa barriga.
CANTO I
Míquece de movimientos raudos, aprendiz del general de blancos rizos, revelose contra él, lucharon frente a frente, al averiguar su semejanza cual bicho palo campestre.
Ora lograra al Mico vencer, ora, si fuera el Hefestido quien venciera. Yació en el suelo su parvo cuerpo y antes de expirar agonizante exclamó:
-Que mirah túh?
-Que dice túh yah?
-¡Toma! Siempre estaréh en tu cabeza.
Seguidamente el hado se llevó su cuerpo al inframundo.
CANTO II
Cual Aquiles vengose de Héctor por la muerte de su primo, Ponyos vengaronse por la muerte de Míquede. A Sara, de enérgicas palabras, apareciole Atenea con un óptimo plan:
-Compinchose con Perséfone y rescató al niño de barro del inframundo. Pitúsida, de rizados cabellos, prometiole al de rizados cabellos blancos un nuevo compañero. Este, agradecido y con euforia rebosante, la paz les firmó, pero a los lares no les dio.
Cuando el Sol alcanzó la mayor hora, el niño de barro se sublevó y los lares le robó. Pitusida, Susana, de estruendosa risa, Gloria la espidifénida y Ángela la Jotide, junto con Sara, fueron felices.
El de cumbres nevadas fue desterrado a Kazajstán, donde vivió en un barril con un gato cual Diógenes.